27 de Enero de 2022 – Pehuén Có a Viedma (359km)
29 de Enero de 2022 – Viedma a El Cóndor (30km)
31 de Enero de 2022 – El Cóndor a Viedma (30km)
Y un día salimos de la Provincia de Buenos Aires.
Volvimos a nuestro lugar en el mundo, la Patagonia. Esta vez entramos por Río Negro a su capital, Viedma. Nos esperaba mi prima, con una picada y en un departamento en el cual nos podíamos duchar y ver el partido de la, aunque aún no campeona del mundo, ya en ese entonces famosa Scaloneta.
Nos sorprendió la hermosa costanera de la ciudad y su río con lobos marinos. Así es. Lobos marinos que entran desde el mar por el Río Negro, en especial los más viejos eligiendo esas aguas para sus últimos días antes de morir. Cosas de la naturaleza que uno aprende viajando. Como también que el curso del río en esa zona corre hacia un lado en un momento del día para luego cambiar hacia el lado contrario dependiendo de la marea.
Seguimos el curso del río (cuando había marea baja) y llegamos al balneario El Cóndor. De casualidad llegamos justo en la previa del fin de semana de la Fiesta Nacional del Mar y del Acampante. Conocimos La Lobería, una playa hermosa con pozones de agua tibia y con lobos marinos bañándose al lado nuestro. Nos pusimos muy contentos al ver a un lobito chiquito hermoso en la playa pero al ratito un guardaparques cortó en seco con la dulzura y nos dijo que la madre lo había abandonado ante la amenaza de un macho. No había mucho que hacer y muy probablemente el lobito iba a morir si no lograba romper la primera barrera de olas para entrar al mar o si la madre no lograba volver a encontrarlo. Cosas de la naturaleza también.
Hicimos noche ahí y al otro día, cuando estábamos avanzando unos kilómetros más por la Ruta Provincial 1 que lleva hasta Bahía Creek, una ráfaga de viento nos soltó un remache de los paneles solares que estaba oxidado. Por suerte teníamos viento en contra lo que hacía que los paneles “reboten” un poco pero siempre quedando sobre nuestro portaequipaje. Nos tiramos a la banquina y en medio de un viento muy fuerte pudimos atarlos de manera provisoria. El problema ahora era que para volver a El Cóndor a la Fiesta Nacional del Mar y del Acampante teníamos “viento a favor” y por lo tanto mucho más riesgo de que los paneles vuelen por los aires. Decidimos que era momento de calma y de aprovechar nuestra casa sobre ruedas. Nos hicimos una rica merienda para esperar las dos o tres horas que faltaban con viento fuerte y recién caida la noche pegamos la vuelta.
El fin de semana vendimos muy bien y disfrutamos de un cierre espectacular del festival con Banda XXI cantando para miles de personas. El lunes seguimos el curso del Río Negro (ahora con el mar creciendo) y volvimos hacia Viedma. Un rodantero de ahí que conocimos por un grupo de Facebook nos prestó las herramientas para poder poner unas nuevas trabas a los paneles solares (esta vez con tornillos) pero nuestro miedo nos obligó a dejar la soga durante algunas semanas más por las dudas.